¡Ay, las deudas! Las buenas, las malas y cómo resolverlas
Deudas buenas y deudas malas: cómo distinguirlas y qué hacer con ellas.
Muchos hemos crecido pensando que endeudarse es algo negativo; la deuda es casi una mala palabra. Al llegar a Estados Unidos te das cuenta de que aquí la cosa es diferente. Endeudarse es casi parte del sistema, lo llevan en el ADN. Así es como se financian desde gastos cotidianos hasta inversiones enormes. Esta es la forma en que todo está estructurado, así que no creo que vaya a cambiar. Sin embargo, por el camino transitado en este país he aprendido que no todas son iguales. Las llaman ‘buenas’ y ‘malas’. Y créeme, vas a querer saber distinguirlas.
Las deudas malas: las que te frenan
Empecemos por las malas, que de lo malo hay que salir primero siempre. Las deudas malas son las que se acumulan y crecen y te quitan libertad. No te dejan avanzar, no te generan ningún beneficio a largo plazo, ni te devuelven lo que invertiste. Más bien te hacen retroceder. Lo malo es que son bellísimas: viajes espectaculares que no te puedes pagar, el carro de último modelo, el reloj más exacto que las Leyes de Kepler, la ropa de marca, el último iPhone ‘porque acaba de salir’ aunque el tuyo todavía funcione, las cenas constantes en restaurantes carísimos, y así. Claro que todo es más que tentador, pero si es algo que no te puedes permitir cómodamente y te llevan al ahogo, ya sabes en qué tipo de deuda estás cayendo.
Las deudas buenas: las que te impulsan
Por el otro lado están las deudas buenas. No son tan vistosas, pero sí mucho más poderosas. Son las que, si las manejas bien, pueden ayudarte a construir algo. Por ejemplo, un préstamo estudiantil que te permita prepararte profesionalmente y conseguir mejores oportunidades laborales. Una hipoteca para comprar tu casa, que con el tiempo puede valorizarse y además te da paz mental. Un préstamo bancario para iniciar o hacer crecer tu negocio, que te puede generar mayores ingresos. O una propiedad que compres para rentar, donde el inquilino te ayuda a pagarla mientras tú vas generando una entrada mensual adicional. Todas estas deudas tienen algo en común: te ayudan a avanzar si las usas con inteligencia y de forma estratégica.
Tampoco hay que dejar de vivir
Antes de endeudarte seriamente, y sobre todo si no tienes bien claro cómo saldrás de esa deuda, pregúntate: ¿esto me va a dar algo a cambio? ¿Me está acercando a un objetivo o sólo estoy comprando por impulso y sin verdadera necesidad? No se trata de dejar de vivir ni de negarse a disfrutar. La vida está para eso. Pero si no tienes un abuelo rico que pueda y quiera costearte los gustos, lo mejor es planificar. Si hay algo que realmente quieres, cómpralo de forma inteligente. Quizá no sea para ahora, pero puede ser para más adelante, cuando lo puedas pagar sin angustia.
Si ya estás endeudado, no te castigues
Ahora, si ya estás endeudado/a y sientes que no puedes más, lo primero es no sentirte mal. No hay que preocuparse sino ocuparse. No te sientas irresponsable, que todos hemos caído alguna vez. Lo importante es reconocerlo y empezar a hacer algo al respecto.
Tu 1er paso: organiza tus deudas
Empieza por ganar en claridad. Siéntate con calma, crea una hoja de Excel y ve anotando fila por fila cada una de tus deudas. Desde las de tus tarjetas de crédito hasta el préstamo del carro, desde el celular hasta lo que le debes a un amigo. Anota para cada una el monto que debes, a qué banco o a quién, cuál es el interés, cuánto estás pagando al mes y cuántos pagos te faltan. Ver todo por escrito no es para que te asustes, es para que tomes el control y logres resolver lo que seguramente te angustia.
Tu 2do paso: elige tu estrategia
Hay dos métodos que funcionan muy bien, y que te explico brevemente. Es tu decisión escoger el que más se parezca a tí y a tu situación. Tienen nombres de estrategias de supervivencia en el Artico, pero no te asustes, no son ni difíciles ni mucho menos imposibles.
El más racional: el método de la avalancha.
Este se basa en pagar primero la deuda con el interés más alto. No importa si es la de mayor monto o la más pequeña, lo importante es atacar la que más rápido crece. Porque esos intereses altos son el dolor, son los que te hacen perder más dinero en el largo plazo. Te pongo un ejemplo, si debes $2,500 con un 8% y $800 con un 25%, contrario a lo que pudiera parecer, lo más eficiente es pagar primero la de $800, porque es la que más te cuesta cada mes en intereses. Este método te ayuda a gastar menos, aunque puede que al principio no sientas tanto progreso si esa deuda se demora un poco en desaparecer.
El más emocional: el método de la bola de nieve.
Este es perfecto si te sientes abrumado/a y necesitas ver resultados al corto plazo. Aquí vas a empezar por la deuda más pequeña, no importa el interés. La idea es eliminarla rápido y sacarla de la lista. Así sientes un alivio inmediato. Esa primera victoria te va a dar más fuerzas para pasar a la siguiente. Así vas sumando motivación y ganando impulso. A veces, ver que puedes eliminar una deuda te da más energía que cualquier tabla de Excel.
¿Cuál es mejor?
Depende de ti. Si te mueve la lógica, ve con la avalancha. Si lo que necesitas es sentir progreso emocional, empieza con la bola de nieve. No hay un camino perfecto. Lo importante es empezar, mantenerte y así definitivamente vas a avanzar.
Tu 3er paso: revisa tu relación ingresos Vs. deudas
También es clave que observes la relación entre lo que ganas y lo que debes. Si tus pagos de deuda ocupan entre un 30% y 35% de tus ingresos, estás en un rango saludable, aunque no te confíes. Si estás entre el 40% y el 45%, yo empezaría a preocuparme. Y si pasas del 50% o, peor, del 60%, corre que ya estás en terreno pantanoso. Porque se vuelve insostenible al largo plazo. Si te pasas la vida pagando cosas del pasado, te va ser difícil construir el futuro que quieres para tí y los tuyos.
Resumiendo
Recuerda que la deuda no es el enemigo. Pero tampoco lo seas tú. Aprende a manejarla, pon tus números en orden y toma una decisión clara sobre por dónde empezar. Hazte de un plan aunque de inicio sea sencillo, y ya te cambiará la energía. Y sobre todo, ya a habrás un primer gran paso.
So, let’s get to work!
Ileana